desnudas
nos hemos paseado
por los meandros fríos del dolor
las aguas del pasado
los milenios precedentes
ensuciaron tantas veces nuestro curso
la culpa ese presente olvidado
ese poso oscuro
que discurre lento espeso ajeno
a las corrientes que proceden del deshielo
gestado en el tiempo lejano
en que nuestras madres decidieron
en algún lugar aún oculto
en su taimado pensamiento
darnos las alas
concedernos los ojos las voces los gestos los deseos
que durante tantos años
habían escondido bajo el suelo
bajo el sumiso humus del silencio
no pudieron
nuestras madres
lucir su joya fue por eso
que no pudimos de ellas
aprender los dedos
pero la guardaron preservaron trasladaron
limpia audaz tentadora a nuestras manos
así pues
por ellas por nosotras mismas
pero también por nuestras hijas
se nos podrán caer los anillos en pos del deseo
pero nunca nunca nunca
volverá la memoria o la palabra
a caer al suelo
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